Las encuestas sobre hábitos de lectura que se están publicando en los últimos meses demuestran que los lectores más asiduos han sido uno de los primeros grupos que adoptaron los ereaders y ya son usuarios maduros de este tipo de tecnología. Aún el tipo de venta digital no está mermando en gran medida la venta del papel, ya sea porque todavía existe una amplia masa de lectores que no ha dado el salto o por el carácter fetiche del libro (olor, tacto, etc.) tanto en su concepto de uso como por la característica de “coleccionabilidad”.
Lo que es evidente es que los tiempos cambian y la lectura digital y el consumo de contenidos por medio de esta tecnología ya es imparable forzando a completar la transformación del negocio tradicional del libro.
Durante un tiempo, se produjo una falta de alineación entre los intereses de la industria (editores, distribuidores y libreros) y el desarrollo tecnológico, creando un caldo de cultivo a una oferta escasa, cara y poco coherente con el nuevo medio. Aún ahora, existiendo múltiples formatos, soluciones y fabricantes parece que la madurez de la oferta está ya más consolidada y sólo una hipotética ley que prohíba la copia privada o un cambio en la arraigada costumbre del “pirateo”, podrá cambiar sustancialmente la oferta que existe actualmente en el mercado.
Y en medio de este mar embravecido, se encuentra el librero. Las nubes que aún tiene a sotavento en forma de grandes cadenas y centros comerciales, a babor la crisis y a estribor el bajo número de lectores que existe…. Y mientras las librerías sortean a duras penas tantas amenazas, a proa y en su rumbo se cierne la incertidumbre de la adopción de lo digital. La forma en que sorteen este nuevo hito fijará con certeza su futuro más inmediato.
La Casa del Libro, entre otros, sabedora de esa situación, ha iniciado varios proyectos que intentan aunar la experiencia y la masa de clientes del libro de papel con el nuevo mercado de ebook y empieza a obtener datos que pueden ser extrapolables a otras librerías de tamaño menor, pero aún es pronto para obtener modelos de negocio aplicables. Y con todos estos antecedentes los libreros se hacen muchas preguntas: ¿Qué puedo hacer? ¿Qué caminos puede tomar? ¿Y si no tomo ningún camino, que futuro me espera? ¿Los usuarios comprarán ebooks en una librería?…
Son muchas preguntas que en futuras entradas de este blog seguro que iremos resolviendo, lo que sí está claro es que el librero está obligado a mejorar e innovar y hacer bueno lo expresado por Cicerón en La República “… en un mundo en movimiento, solo se cesa el movimiento en el momento de la muerte y por ende cuando cesa el movimiento solo puede llegar el fin de la vida”.