Como era de esperar se ha hablado del ebook en la Fil, aunque debo decir que menos de lo que esperaba, a tenor de lo mucho que se está hablando en los medios de este tema.
En algunos foros, como el de presentación de Publidisa de su plataforma Distrip@l, de venta de ebooks y libros en impresión bajo demanda, pudimos conocer las últimas innovaciones de éste distribuidor pionero en la distribución de estos formatos. Sobre todo hay que destacar que, a diferencia de otras ofertas, la suya está plenamente consolidada y funcionando, y anunciaron tasas de crecimiento importantes en el número de obras de sus catálogos.
Otro punto informativo relevante fue, sin duda, la presentación que hizo Omnipron del “Informe 2009 sobre el libro en México”, a lo largo del cual, se expusieron, no sólo las interesantes cifras fruto del estudio que esta empresa ha realizado, sino además, algunas valoraciones personales del director de la obra, Marcelino Elosua, quien expuso su personal visión del que debería ser el tratamiento del ebook por parte de los editores, tanto en cuestión de derechos como en niveles de precios. Aportando su propia argumentación al respecto, y que iba en la línea de mantener los precios de la edición electrónica en líneas similares a la edición en papel.
El último punto informativo de cierta entidad fue el Foro de Editores, que se celebra cada año durante la FIL, y en el que varias mesas de expertos debaten sobre temas concretos, y este año se hablaba del libro electrónico, al menos, era lo que se pretendía, aunque algunos de los ponentes pasaron de puntillas sobre el tema central y hablaron más bien de sus propios productos.
Pasamos por momentos de catastrofismo pleno, según la visión de algún gurú norteamericano, que extrapolaba las cifras de cierre de librerías en New York, y le servía de base para augurar un futuro muy negro a las ventas del libro en papel, aunque posteriormente fueron matizadas al quedar claro que esta evolución es cuestión de años.
Por encima de pronósticos y augurios está la propia percepción del usuario. En nuestro vuelo de regreso, teníamos en nuestra fila a una señora rondando los 60, que nada más despegar el avión sacó un ereader y comenzó a leer. Como tampoco es tan frecuente taodavía, no puedo evitar hablar con los usuarios para conocer su punto de vista. Esta mujer me confesó que le resulta tremendamente útil poder viajar con tantos libros y sin necesidad de ir cargada, pero además, me decía que le resultaba mucho más cómoda la lectura.