El entorno actual en el que se están desarrollando las empresas es cada vez más competitivo, presentando un conjunto de amenazas que hemos de ser capaces de transformarlas en oportunidades. Para ello, en primer lugar tendremos que conocer perfectamente como estamos, que capacidades tenemos, cuáles son nuestras principales debilidades, etc..
Las métricas que definamos nos permitirán conocer determinados indicadores que aportarán “luz” a nuestro hacer. Estas métricas tienen poco valor en sí mismas, se deben de diseñar y utilizar en función de las estrategias de la empresa y su efecto sobre nuestra empresa dependerá de cómo se utilicen.
Cada uno debe decidir sobre cuales pueden interesar más para gestionar su empresa. Las medidas financieras proporcionan la mayor parte de los datos acerca de la salud de la empresa; ahora bien una dirección que confía únicamente en los aspectos financieros , sólo dispone de una visión muy limitada de la realidad y está olvidando algunas cuestiones clave como:
ü Cuál es el valor real de la empresa?
ü ¿Somos competitivos en innovación y marca?
ü ¿Están las estrategias orientadas a los clientes adecuados?
Estas respuestas las obtendremos definiendo unas adecuadas métricas de marketing.
Las malas métricas alimentan malas decisiones
A veces es fácil caer en la tentación de medir lo irrelevante por dos motivos: porque siempre se ha hecho así y porque resulta sencillo de medir (quizá por ello se haya medido siempre). En otras ocasiones las métricas se usan como sistema de control y recompensa
Las métricas deben ser creíbles. Si se sospecha que pueden estar manipuladas, pierden credibilidad y la gestión ligada a ellas se desintegra.
Se debe de huir de los extremos: una excesiva simplificación no dará la información necesaria para la toma de decisiones y el diseño de un número de métricas tal, que en la práctica sea imposible de gestionar, nos puede conducir a la PARÁLISIS por el ANÁLISIS. Un cálculo o valor aproximado de lo esencial es más importante que un cálculo preciso de lo irrelevante.
Cuadro de mando integral
El Cuadro de Mando es una forma de agrupar y dotar de sentido las métricas definidas por la empresa y que se consideran necesarias para gestionar la actividad de la empresa.
El CMI debe ser un instrumento que simplifique y mejore la planificación y la gestión a través de la definición/clarificación, dando consistencia a modelo de negocio y permita priorizar lo importante. Los beneficios de la implementación del Cuadro de Mando Integral se pueden resumir en los siguientes conceptos:
ü Relacionar le estrategia con su ejecución, definiendo objetivos en el corto, medio y largo plazo.
ü Tener una herramienta de control que permita la toma de decisiones de manera ágil.
ü Comunicar la estrategia a todos los niveles de la organización consiguiendo así alinear a las personas con las estrategias.
ü Tener una clara visión de las relaciones causa-efecto de la estrategia.
Las herramientas de Business Intelligence (BI), como Qlikview, permiten canalizar los datos generados en la empresa al modelo personalizado de Cuadro de Mando Integral.
“Los empresarios se hunden con sus empresas porque se aferran tanto a la antigua manera de hacer las cosas que son incapaces de cambiar “ (Henry Ford)