El ganador del VIII Premio Nacional de Librería de México, Ricardo García Mainou, afirma que “la tecnología es indispensable para la supervivencia” del sector editorial
El Faro de Alejandría fue durante siglos una de las obras arquitectónicas más hermosas del mundo. Pero al margen de su belleza, esta construcción de la isla de Pharos, cuyo nombre dio origen a la palabra faro en la mayoría de lenguas romances, cumplió fielmente su cometido: servir como punto de luz y referencia a los barcos. Y con idéntica vocación, la de alumbrar con las letras y ser un referente cultural en su comunidad, nació hace trece años la librería El Faro de Alejandría en la ciudad mexicana de Querétaro.
Apenas llega a la adolescencia en cuanto a edad y, sin embargo, esta librería ya ha mostrado un síntoma inequívoco de madurez: el reconocimiento, no sólo de su público, sino de su gremio. El Faro de Alejandría Librería ha resultado ganador del VIII Premio Nacional de Librería de México convocado por el evento literario más importante del mundo: laFeria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. El galardón, organizado también por el Instituto de Desarrollo Profesional para Libreros (INDELI) y que persigue estimular el sector librero de su país, ha recaído por unanimidad del jurado en esta librería, “por su proyecto de rediseño y el programa de actividades culturales que le vinculan activamente con comunidad de Querétaro”. El Faro de Alejandría es, además, la segunda librería usuaria del software de gestión Geslib de Grupo Trevenque que recibe este premio por segundo año consecutivo, tras la de Catarina Marina, lo que pone de manifiesto que “la tecnología es indispensable para la supervivencia”, afirma su propietario y director, el escritor Ricardo García Mainou, a quien hemos querido felicitar por el premio con la siguiente entrevista.
- ¿Que hace diferente a El Faro de Alejandría? ¿A qué atribuye el Premio Nacional de Librería?
“El premio es un reconocimiento a una década de trabajo por encontrar un modelo de librería independiente que no sólo sea solvente sino capaz de proponer, de crear un vínculo con su comunidad y con los autores y casas editoriales. En todo este tiempo hemos navegado por la delgada línea que separa el proponer del complacer, lo que quieren los clientes de lo que puede interesarles aunque no lo sepan al entrar en la librería. En nuestro credo librero figura el nunca suscribir las listas de los más vendidos, los decretos del mercado para el flujo comercial. Hemos abrazado a las editoriales pequeñas e independientes, a los autores noveles, los que autopublican, los géneros literarios que enriquecen el pensamiento, la poesía, el teatro, la filosofía, la ciencia, la educación, la literatura de viajes más allá de la guía turística, los libros infantiles y la pasión juvenil por la literatura de género. Hemos apostado por la calidad y por esos libros codiciados que no están definidos por la cultura de élites ni por el mercado, sino por los lectores de todas las edades. Por eso nuestro reto infatigable ha sido localizar el libro que el lector desea y busca. Olvidamos el ‘no lo tengo’ y suscribimos el ‘se lo conseguimos’”
- Ha indicado en alguna ocasión que una librería no sólo puede ser un espacio en el que se comercialice con libros. ¿A qué debe aspirar entonces una librería? ¿Hacia dónde debe dirigirse el sector hacia su supervivencia?
“Una librería debe aspirar, por supuesto, a funcionar como negocio. Pero por encima de eso debe aspirar a ser un referente cultural en su comunidad, un sitio de consulta, el depósito y uno de los vehículos más eficientes de la memoria e imaginación de nuestra civilización. Creo que hay un error en la manera en la que parte del sector ha abordado el negocio, que es concentrándose en los números por encima de las letras, en la efectividad de venta por metro cuadrado, en las ventas como único parámetro de catálogo y oferta. Arrastrados por la presión económica de los grandes grupos editoriales, la oferta se homologa, se apuesta por el best-seller como epicentro del mercado debido a su mayor rotación, condenando así a los almacenes y al libro electrónico a los “fondos”, de bajo desplazamiento. Los fondos editoriales deben estar en las librerías, también la vocación casi detectivesca de satisfacer las peticiones personalísimas de los lectores. Y ese es, precisamente, un sector de oportunidad insólito provocado por esa homologación. Que todos los libreros estén enfocados a satisfacer al mayor número de clientes en el menor tiempo posible con “éxitos de venta” ha hecho que encontramos los mismos libros en todos lados, mientras que hay miles de peticiones ignoradas. Hay que atender a las voces de autores y lectores que no tienen espacio. En ellos está la clave, el futuro”.
- ¿Qué expectativas ve al mundo del libro latinoamericano?
“Veo a un sector en crecimiento constante que, conforme se vuelvan más eficientes los sistemas de gestión y distribución, se tornará en un mercado más sólido y con potencial más amplio que el que le auguraban los editores españoles hasta hace poco. Su extensión geográfica a veces lo limita pero en muchos otros sentidos es un mundo más abierto a voces distintas y variaciones regionales del lenguaje que el mercado español.
- ¿Qué beneficios le ha reportado la tecnología a su negocio? ¿Hasta qué punto es necesaria para afrontar los retos de un mercado cada vez más exigente y competitivo?
“La tecnología es indispensable. En nuestro caso, la librería no hubiera sobrevivido a esta década cambiante sin el sustento que ofrece un software de gestión tan sólido y respaldado como es Geslib. Porque ofrece las herramientas básicas y esenciales para la gestión cotidiana del negocio, pero también ofrece una ventana a la oferta en web y eso significa mudar tu librería a cualquier parte del mundo. La organización que aporta Geslib permite, además, obtener datos y respuestas a los editores, además de certidumbre e información a los libreros. Los editores deberían sentir mas confianza cuando una librería tiene un sistema de gestión como Geslib”
- ¿Qué recomendación le daría a sus compañeros del sector para cumplir las expectativas que usted cumple día a día?
“Primero, tener bien sus elementos básicos: el software de gestión y la selección y capacitación del personal. En segundo lugar, pensar en una propuesta distinta para su librería. Y con esto no me refiero a inventar el hilo negro, sino a encontrar ese punto de vista, esa oferta, esa visión de la literatura que sólo es tuya y que quieres compartir con los demás. Hay que olvidarse del dinero como único motor de las decisiones de contenido y calidad”.
- ¿Qué proyectos más inmediatos tiene para El Faro de Alejandría Librería y cómo le ayudará en este sentido el premio recibido?
“Estrenamos nueva casa a partir de este mes. Se trata de un lugar distinto, que aspira a seguir siendo un referente cultural para la comunidad de Querétaro, como también lo vamos haciendo poco a poco para todo el país a través de nuestra página web. El nuevo local implica nuevos retos a corto plazo, pero también a medio y largo plazo con la consolidación de los vínculos ya establecidos con colegios e instituciones culturales.