Las cifras en las librerías españolas en el último lustro son devastadoras, bajada de negocio, cierres y falta de financiación han sido el escenario de una dura travesía del desierto para las librerías tanto independientes como asociadas. En las encuestas realizadas por instituciones públicas o empresas privadas a los libreros, estos manifiestan una actitud de desconcierto y cierto desasosiego ante un nuevo y cambiante panorama en el sector. La sensación trasciende a las cifras y a la necesidad de enfrentarse a los retos y a la falta de una apuesta clara que permita adaptarse al escenario digital. Pero también existen datos para la esperanza en un sector que tiene un punto de venta por cada 15.000 habitantes. Parece que este mercado, tan duramente castigado, tocó fondo en 2012; los dos primeros trimestres de 2013 muestran unas cifras de ventas algo mayores con índices de crecimiento en positivo, comparados con los obtenidos en el año anterior. La feria del libro de Madrid, ha corroborado esta impresión y algunas editoriales empiezan a enjuagar sus maltrechos balances, soñando con la continuidad de esta tendencia.
Los libreros están reclamando, como casi todos los sectores productivos del país, un fácil acceso al crédito que les permita afrontar las inversiones necesarias para modernizar o ampliar el negocio. No existe una política de apoyo clara desde las instituciones (aparte de la ley del precio fijo, la cual también dificulta la creación de nuevos puntos de venta), a una figura tan esencial como es la librería y cuyo índice por habitante es uno de los indicadores básicos que sigue la OCDE para analizar el desarrollo de un país.
Hace unos días se conoció por los medios y las redes sociales, una iniciativa que tiene el INDELI (Instituto de Desarrollo Profesional para Libreros) de México, donde premia la modernización y la creación de nuevas librerías, promoviendo becas y formación para un sector profesional tan necesitado de este apoyo. Sería interesante replicar este tipo de iniciativas no solamente a nivel de subvenciones, que ya existen, sino apoyando la formación, la modernización y facilitando la financiación.
En este sentido los libreros tienen que optimizar los procesos, mejorar la gestión y la atención al cliente, lo que le permitirá competir en un mercado donde la “selección natural” hace un continuo y repetitivo trabajo en la que los menos adaptados al nuevo y cambiante medio no podrán continuar con su negocio.